Cambiar la inmediatez por la simpleza
Ayer me hicieron…
Un regalo.
Pera, pera, espera…
Que esto ya lo hemos vivido.
Hace un tiempo, prácticamente cuando empecé con esto de un mail diario, escribí cómo un colega, me había regalado el día.
Sé que para algunos no será mucho, pero para mí fue un regalo.
Y ayer viví una experiencia similar.
Observa.
Le pedí a un amigo que me acompañara a hacer una compra.
Algo que llevaba tiempo rondándome la cabeza, pero que no viene al caso ahora mismo.
Mi colega se ofreció con gusto, no solo a acompañarme sino a llevarme.
Es un tio amable mi colega, la verdad.
Peeeero, tenía una condición (estaba claro…)
Tenía que llevarme en moto (ni tan mal).
Recordando viejos tiempos, como cuando teníamos 16 años e íbamos con medio culo fuera en la Scutre.
Sin problema por mi parte.
Además, de entre todos mis amigos, este es el que conozco que conduce de una forma más errática la moto.
Así que ir con él es como montarte en una montaña rusa, pero sin pagar.
Todo ventajas.
El caso es que no era un camino corto.
Y el cabrón, en vez de ir directo por la autovía, decidió coger un camino secundario.
Conociéndole no me sorprendió que hiciera eso.
Pero yo pensaba “Joe macho, qué necesidad hay, cuando por la autovía vas directo y tardas menos”.
Y entonces, empezamos a ver paisaje de montaña.
Y empezamos a subir por la carretera.
Y acabamos teniendo unas vistas espectaculares de Málaga.
Y yo, atónito, iba observando y, a la vez, reflexionando.
Y entonces cambió mi pensamiento.
Ya no era “por qué no cogemos el camino rápido”, sino “ojalá estuviéramos aquí más tiempo”.
Eran unas vistas espectaculares.
De las que hacían que se parasen el tiempo.
Supe que la reflexión estaba hecha.
La necesidad de inmediatez, la impaciencia, se fue.
Se quedó la paz y la tranquilidad.
Las ganas de disfrutar de algo simple.
Algo diferente me invadió y me hizo pensar.
Pensar en valorar esos pequeños detalles que te da la vida y la gente que te quiere.
Esas cosas por las que no puedes pagar dinero por mucho que tengas.
Esas cosas de las que no puedes disfrutar una vez pasa el tren.
Porque a veces vamos cegados y se nos olvida desconectar para disfrutar de lo que tenemos delante.
Por eso yo intento observar cada vez que puedo.
Intento disfrutar de cada momento y cada observación para traértela todos los días aquí.
