¿Cómo de idiota eres hoy?

Cada mañana, al despertar, enfrentamos la decisión de ser un poco menos idiota que ayer.

Sí, tú y yo y la persona que admiras.

Todos nos levantamos cada día un poco menos idiotas que ayer.

Alguno tiene la habilidad para hacer lo contrario, pero confía.

Son los menos.

Parece que hoy día el autoengaño es el deporte rey, ¿no?

La mediocridad se viste de excelencia y atreverse a admitir nuestras flaquezas es duro para la mayoría, pero es importante reconocer que también es el primer paso hacia un crecimiento sin precedentes.

Observa.

La inteligencia emocional y el autoconocimiento (tranquilo, no me voy a poner profundo aquí, solo quiero que sepas que esto existe), no son un adorno en el repertorio de habilidades que ha adquirido el ser humano con la evolución.

Sirven para poner sobre la mesa las idioteces que hacemos. Avergonzarnos de ella y levantarnos al día siguiente pensando en no cagarla de nuevo.

Esto te puede pasar varios días seguidos.

Semanas incluso.

Puede ser una sensación repetida con el tiempo.

Tranquilo, es normal, es porque estás creciendo mucho en un aspecto de tu vida en el que no te habías desarrollado antes.

Y no es malo, es diferente.

Y si lo aprovechas bien, puede marcar un antes y un después en tu vida.

Pero si te bajas del carro antes de tiempo…

Si te bajas del carro antes de tiempo te arriesgas a ser uno más que lo intentó y no tuvo la determinación suficiente.

Abramos los ojos: “Ser un poco menos idiota que ayer” no es solo una expresión mordaz.

Es una bofetada de realidad necesaria.

No se trata de halagarse con pequeñas mejoras diarias, sino de enfrentarse a la verdad de que ayer fuimos insuficientes, y aunque hoy seamos mejores que ayer …

Ya sabes cómo termina la frase.

Reconocer errores no es solo un acto de humildad, es una declaración de guerra contra nuestra propia mediocridad.

Si realmente quieres crecer, olvídate de buscar un equilibrio delicado entre la crítica y la aceptación.

Dejemos de ser un idiota creyéndonos la farsa del éxito fácil que nos venden y comencemos a trabajar de verdad.

La vida es un campo de pruebas donde vas a comer barro como un campeón si es que quieres hacer cosas que te diferencien de los demás.

Tienes el fracaso asegurado, pero también el aprendizaje.

Quien más aprende es el que más lejos llega.

Aunque también el que más sufre.

Sufrir no es fácil, ni lo vas a poder evitar, pero se hace más ameno cuando eres una persona observadora.

Por eso podríamos decir que soy un buen samaritano que intenta que la gente no sufra y lo hago compartiendo mis observaciones todos los días aquí.