Consecuencia o culpa son tus herramientas
Observa.
Una vez estuve en una reunión en la que se discutía sobre si unos daños en una vivienda eran culpa del constructor o consecuencia de los trabajos que el constructor había hecho para reparar otro asunto.
Contexto:
Una empresa constructora ayuda a mejorar los problemas de humedad y el aspecto a cámara de tortura que tenía el garaje una comunidad de vecinos.
En serio, parecía una puta cámara de tortura: paredes reventadas y un hedor insoportable a humedad.
De verdad, te cortaba la respiración.
Tras eso, la vecina de inmediatamente al lado al garaje descubre que empiezan a salirle humedades en su vivienda.
Ya has tenido suficiente contexto.
Ahora al grano.
Los vecinos empiezan a discutir que esto es “culpa” de la constructora.
La constructora indica (a mi parecer con muy buen criterio y dejando todo bien explicado) que han revisado el caso y que no es “culpa” suya.
Que, obviamente, el incremento de la humedad en la vivienda de la vecina ha sido como “consecuencia” de la obra.
Esto me sorprendió.
Porque es verdad que “Consecuencia” no es lo mismo que “culpa”.
Una implica intención y la otra no.
Este arquitecto dio la cara ante todos los vecinos, explicó la diferencia dejando claro el matiz y, además se ofreció a ayudar.
Mostraba que tenía buena voluntad y, sobre todo, que tenía las cosas claras.
“Si la comunidad estima que ha sido “culpa” de la constructora, estaremos dispuestos a recibir sus quejas y reclamaciones por la vía que estimen oportuna. No es lo que más nos gustaría, pero si ustedes lo entienden así, tendrán que hacer lo que estimen oportuno.”
Hoy día llegas mas lejos empleando correctamente las palabras que ejerciendo tu superioridad física sobre alguien.
Eso es así y por eso ya no hay guerras.
Al menos no tantas como antes…
Este arquitecto no me cabe duda que no tendrá que ir a la guerra porque entiende bien el poder de las palabras y sabe cómo usarlas.
La gente ahora habla más que antes, pero habla con menor habilidad de la que lo hacían antes.
Antiguamente la gente que no sabía se quedaba callada. No porque no supieran, sino porque sabían que tenían que atender y observar a los que sí sabían.
Por eso, si no sabes pero quieres saber,
puedes no hablar y leer.
Y eso lo puedes hacer todos los días aquí.
