El trabajo que no te piden hacer

Observa.

 

El común de los mortales (podrías ser tu), suele pensar que su trabajo es levantarse cada mañana para sacar las castañas del fuego a su jefe.

Pero piensa que no será el trabajo por el que querrán pagarte.

 

Hay algo descomunalmente agradable en que no solo te den lo que esperas sino un poco más.

¿No crees?

 

Pero cuando tienes que hacerlo tú, chungo.

“Si me pagan por ahcer esto ¿para qué voy a hacer más?”

“Que me suban el sueldo primero y luego veremos lo que tengo que hacer.”

 

Si piensas esto, no vuelvas a ir a que te lean el futuro porque te digo lo que va a pasar: te vas a quedar estancado donde estás el resto de tu vida como un miserable.

 

Sin embargo, dar un poco más de lo que te piden es muy sencillo. Observa.

 

El cabronazo de mi peluquero es un genio.

No solo es un tipo majísimo (por esto no le pagan), sino que pela bien (por esto sí) y además conecta contigo en las conversaciones y te ofrece un trato exclusivo (por esto le quieren pagar más).

 

Mira, en su caso, a los nuevos clientes, el tipo no solo les corta el pelo.

Antes de eso, les hace un análisis de cómo es su cabeza.

 

Puede parecer una gilipollez, pero el ritual ya gusta.

Te está dando un trato personalizado: analiza y toca todo tu cráneo, masajeando y explciándote qué cortes te podrían quedar mejor.

No conforme con eso, después de cortarte el pelo, te lava la cabeza.

 

O sea, este tipo no se levanta por la mañana pensando que tiene que pasar la puta maquinilla por la cabeza a 10 o 12 personas.

Se levanta con la convicción de hacerlo mejor que nadie.

 

Y por eso le pagan como le pagan.

Hasta calvos he visto salir de allí, así que imagínate…

 

Ese tipo de personas es al que la gente le agrada pagar.

 

Pero es cierto que es jodido dar un poco más de lo que te piden cuando tu mentalidad es la de “ya queda menos”.

¿Menos para qué? Me pregunto yo.

¿Para volver a tu casa a huntarte un bollo con Nutella?

Para eso siempre hay tiempo.

Y cambiar la mentalidad es complejo.

Pero a nadie le pagan por hacer cosas fáciles.

 

Las cosas parecen fáciles a manos de quienes han hecho cosas complejas muchas veces.

 

Es complejo pararse a observar y reflexionar las primeras veces, pero es sencillo compartirlo con vosotros cuando observo algo todos los días aquí.