Eso no

Tanto estímulo.

Te vuelves loco macho.

Mira, mira.

TikTok, Twitter, Instagram, Facebook, WhatsApp, emails, …

No es que esté presumiendo de todas las redes sociales y aplicaciones de mensajería que conozco.

Es que a diario te metes en estas aplicaciones.

Tienes que currar.

Socializar.

No olvidarte de comer.

Y hacer tus otras necesidades.

Son muchas cosas a lo largo del día.

Fíjate que no hemos metido ni las horas de Netflix que te tragas al día, ni el rato de transporte hasta tu trabajo o tu casa, ni el tiempo que tardas en hacer la comida.

Tampoco hemos hablado de si lees o no lees o de si te duchas o eres un puerco.

Y estas son solo las cosas básicas!

Todo esto lo tienes que meter en tu calendario.

En casi todos tus días.

Puedes no leer todos los días, vale.

Pero sí te recomendaría que comas todos los días.

Entonces.

Demasiados estímulos, ¿no?

Así solo enumerándolo, demasiadas cosas por hacer, ¿no?

Que agobio…

¿Y qué hacemos?

Bueno, tú no lo sé.

Yo, decir que no.

¿Cómo?

A ver, escucha, o lee.

O atiende con losojos.

Soy de los que ha vivido situaciones tan rocambolescas que pienso que no hay nada que pueda limitar al ser humano.

Solo nuestras propias creencias y limitaciones.

Pero.

Pero.

Pero.

Hay una cosa de la que sí dependemos.

Que históricamente el ser humano ha intentado controlar y no ha podido.

El tiempo (yes, eres un máquina, lo has adivinado).

Y parece que, de momento, no vayamos a poder manipularlo así que…

Estás limitado por el tiempo.

Y cuando el tiempo te limita, solo puedes hacer una cosa.

Ser selectivo con aquello en lo que inviertes tu tiempo.

Al principio será estresante.

Agobiante.

Un desafío.

Pero atrévete a decir que no.

A decir que eso no.

Este mail podría ser el último que te llegue.

Porque a partir de ahora le digas que no.

O, al revés, puede ser que este sea el primero y ahora empieces a decirle que sí.

Todos los días aquí.