Esto me ayudó a entender que tenía que empezar a escribir.

Si no tienes habilidad para relacionarte públicamente, exigirás atención.

Si no tienes capacidad para priorizar y organizarte, demandarás tener más tiempo.

Si no eres capaz de enfrentarte a la gente, demandas que la sean valientes contigo y te digan la verdad.

Esto es así, observa.

Hace unos días estuve en una reunión en la que uno de los asistentes comentaba antes de empezar la necesidad de ser ágiles y avanzar para no demorar mucho reuniones como esa.

Que no se hiciera tanto hincapié en los puntos.

Que solo “teníamos 20min por punto”.

Bien,

¿Sabéis quién hizo mas preguntas?

¿Sabéis quién no se revisó la documentación antes de la reunión?

¿Sabéis quién estuvo 40min haciendo preguntas sobre un único punto?

Exacto.

El mismo que pedía que se agilizase la reunión ahora estaba consumiéndola toda y consumiendo el tiempo de los demás.

Lo mejor de todo esto es que, como seres humanos que habitamos el planeta tierra, no nos damos cuenta de esto.

No nos damos cuenta de que hacemos este tipo de cosas.

¿Es porque estamos empanados?

Algunos sí.

Pero es fundamentalmente consecuencia de la condición humana.

De cómo nos hemos desarrollado como especie.

Priorizándonos a nosotros sobre los demás.

Y eso no está mal ni bien.

Solo está.

Pero es importante que lo tengas en cuenta para que no quedes como un panoli.

Para que no digas una cosa y hagas otra.

Para que tengas conciencia sobre tus impulsos.

Para que observes tu entorno y puedas tener control sobre él y sobre ti.

Es fundamental que identifiques cuál es la capacidad en la que flaqueas y te darás cuenta de que eso es lo que exiges constantemente.

Yo me di cuenta que algo en lo que no tenía capacidad era en escribir, observaba y no escribía.

Por eso no podía parar de leer. Exigía a los demás que escribieran por mí.

Pero un día decidí invertirlo.

Y desde entonces, te traigo una observación todos los días aquí