Esto no es difícil

El hombre, en su esencia más profunda, se siente atraído por lo difícil.

Atiende.

Esto no es cuestión de que seamos unos caprichosos, que ahora con el tema de la inmediatez lo somos cada vez más, sino de un instinto primitivo.

Relacionamos lo complejo con la gran satisfacción que se obtiene al superarlo.

Además, el sufrimiento y las dificultades tienen otra connotación que nos encanta.

El crecimiento personal y la superación.

Fascinantes historias de superación personal nos motivan cada día a ir un paso más allá.

Aunqnue luego se nos olviden a los 5 minutos y sigamos procrastinando como ratas.

Y observa.

No solo atrae lo difícil sino también el riesgo.

El riesgo que implica esa tarea tan difícil, porque sin riesgo no hay éxito.

Sin riesgo no hay hazaña.

No se escribieron cuentos ni canciones sobre batallas en las que un bando fue aplastado como un elefante aplasta a una araña.

Se escriben cuentos e historias sobre batallas reñidas, sobre tareas complejas.

El soldado invencible de la Primera Guerra Mundial no se ganó el mote por pasear por el campo de batalla cuando ya no quedaba nadie.

Ese tío volvió de la muerte tras ser disparado en la cara, la cabeza, el estómago, el tobillo, la pierna, la cadera, el oído y tras haberse quedado ciego de un ojo.

También sobrevivió a dos accidentes aéreos, escapó de un campamento enemigo cavando un túnel y se amputó sus propios dedos para evitar perder el resto de la mano.

Después de todo eso, el tío tuvo los huevos tan gordos de decir “Francamente, disfruté mucho de la guerra.”, cuando le preguntaron en una entrevista.

Este tío se ganó el reconocimiento y respeto de todo el mundo.

Incluso los que no vivimos su época, ahora reconocemos su valor cuando conocemos su historia.

Por eso nos atrae lo difícil y el riesgo.

Porque nos da una oportunidad para destacar y ser mejores.

Claro que también hay cosas que no entrañan el riesgo de perder un ojo e igual te ayudan a ser mejor.

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