La ardilla de proterozoico
Cuando decimos, "perdona que no he podido hacer esto, pero es que..."
Pero es que nada.
Sin excusas.
No intentes dar pena.
No uses el “pero… es que no he podido porque una ardilla resucitada de la era del proterozoico ha distraído mi atención”.
Lo entiendo.
Es difícil.
Una ardilla de esa época tiene que ser todo un descubrimiento y nadie te culparía por tales acontecimientos.
Pero centrémonos.
Yo también lo hago.
Se me escapa de vez en cuando.
Lo de poner excusas.
Es muy humano.
Pero tienes que luchar.
Es una práctica sana eso de conseguir no excusarte.
Has hecho lo que tenías que hacer.
Lo que considerabas que era oportuno en ese momento.
No responder a tu jefe.
No contestar ese mail.
No coger la llamada.
Porque estabas haciendo otra cosa, sí.
Supongo que la gente debe saber que si no haces una cosa es porque estás haciendo otra.
Y si no lo sabe y alguna vez te dedica unas palabras poco amables, siempre tienes margen para hacerle la pregunta mágica.
“¿Crees que si no hago esto es porque no quiero o porque quiero perjudicarte directamente? ¿En qué me beneficio yo de ello?”
Bueno, si haces pensar a la gente te la sueles ganar.
La gente lo aprecia.
Cuando lo haces en un tono sincero, claro.
Cuando preguntas vacilando, entonces lo probable es que te llueva una hostia.
Bien merecida, claro.
Porque la época de vacilar es cuando tienes 13 o 14 años.
Cuando tienes los cojones cuadrados y estás trabajando hay que ser operativo.
Y vacilar no ayuda a avanzar.
Ya sabes de lo que hablo.
Observa.
Si estás haciendo una cosa y no otra es porque consideras que es la prioridad.
Si no es así la culpa es tuya por no saber cuáles son tus prioridades.
Entonces.
Aprende a priorizar.
Igual te ayuda seguir observando.
