La perfección nace de la repetición
¿Recuerdas cuando de pequeño te ponías a patear el balón contra el larguero de la portería hasta conseguir darle?
¿Recuerdas cuando te decías a ti mismo “hasta que no le de 3 veces seguidas no voy a parar”?
Igual podías estar ahí toda la tarde y, tras conseguirlo, probabas una cuarta vez (por si colaba).
O quizá no lo conseguías porque te llamaba tu madre a cenar.
Y tú, empapado en sudor, te ibas encojonao’ pensando en que “mañana se va a enterar ese puto larguero…”.
Y, efectivamente, al día siguiente ahí ibas tú de nuevo, a conseguirlo por huevos.
Porque era tu orgullo lo que estaba en juego.
Y al final lo conseguías.
Puede que tardases una tarde o una semana.
Pero no parabas hasta conseguirlo.
Observa.
Hoy es difícil encontrarse con alguien que lleve a la perfección lo que hace.
Hoy en día es difícil encontrarse con el éxito.
Porque la gente no está dispuesta a repetir y fracasar.
Porque la gente no quiere el éxito.
Quiere la dopamina.
Lo rápido, la satisfacción que luego no te deja nada.
Observa.
No hay éxito sin resultados.
No hay resultados sin repetición.
Y no hay repetición sin determinación.
Debes saber que vas a fracasar.
Debes saber que hacerlo todos los días no te garantiza el éxito.
Quizá durante mucho tiempo.
Pero debes tener claro que lo único que te garantiza NO tener éxito es no repetirlo.
Así que debes lanzarte a repetir.
Como un niño con su larguero.
Como yo con estos mails, contándote mis observaciones todos los días aquí.
