La última vez que viste a Pepe
Mira, no me considero un chaval de barrio.
De lejos hay gente mucho más de barrio que yo.
Pero sí puedo decir que nací y me crié en uno.
Porque es verdad, coño.
Además, en un barrio, barrio.
Tan barrio como que las abuelas sacan el parchís a la puerta de su casa con sus vecinas y se ponen a jugar.
Tan barrio como que los abuelos toman vinos mientras juegan al dominó en la plaza.
Tan barrio que la gente pensaba que era un pueblo.
Eso lo he mamado.
Y, aunque siempre intenté huir de las pipas en la plaza y la playa sin discusión los domingos a las 9am, vengo de una familia que también se ha criado y ha disfrutado de este entorno.
Consecuencia de ello es que me toque la patatita cuando veo algo de barrio.
Me da nostalgia, no lo puedo evitar.
He aprendido a valorar este tipo de vida.
Sus virtudes y sus defectos.
Aunque no la quiera para mí, no puedo negar que tiene muchos aspectos que están muy por encima del estilo de vida rural o de la ciudad.
Ejemplo de ello es lo que te voy a contar ahora.
Observa.
Acababa de bajar a Málaga.
Mi padre me había pedido si podíamos ir a recoger una nevera antigua de una nueva casa de mi tío que no la necesitaba y la iba a tirar.
Pues obviamente si mi tío no la quería y no estaba estropeada, se podía seguir utilizando.
Pa’ la casa.
Después de cargarla en la furgoneta, me doy cuenta que me había dejado algo en casa de mi tío.
Así que le digo a mi padre que se espere que subo en un momento a cogerlo.
Dos pisos hacia arriba corriendo de pura adrenalina.
Subiendo escalones de dos en dos todo apurado para volver a bajar en tiempo récord.
Esto me pasa siempre.
Soy tan competitivo (o idiota) que a veces me pongo tiempos e intento batirlos por puro gusto.
El caso que en la subida me cruzo con una señora.
Me frena (bueno, más bien me freno porque sino la placo) y me pregunta:
“Disculpa joven, ¿me puedes decir dónde vive Pepe? Es que soy amiga suya de hace mucho tiempo y he venido poco por aquí y estoy pegando donde creía que era su casa, pero como no me responde nadie igual me he confundido”.
Esta señora no tenía ni idea que era la primera vez que yo iba ahí.
Coño, me sorprendió la situación porque yo iba a todo trapo con mi récord y la señora me frenó como si fuera la Guardia Civil parando a un delincuente para preguntarme si sabía dónde vivía Pepe.
Casi dio por hecho que yo era de allí de toda la vida (igual me movía con tanta agilidad por la escalera que pensó que me la conocía desde pequeño…).
Preguntó por un Pepe sin apellidos.
Fue momento bastante casero.
Muy familiar.
Muy de barrio.
Y eso me hizo recordar.
Recordar mi infancia en el barrio.
Recordar todo lo que vivido entre las calles de mi barrio.
Observando el estilo de vida tan peculiar y bonito de barrio.
El estilo de barrio te invita a ser cercano.
A demostrar tu cariño a tus seres queridos y visitarlos con frecuencia para compartir tu tiempo con ellos.
Puede que no seas de barrio, pero debes observar cómo es la gente de barrio.
A observar todo lo bueno que tienen.
Gracias a que nací y me crié en uno sé de lo que hablo.
Y gracias a eso puedo compartirte esta observación entre otras muchas que podrás ver todos los días aquí.
