Los comunistas dejarán de seguirme por esto
A veces me reúno con gente.
Muchas veces.
Más de las que me gustaría.
Pero.
Tengo la gran suerte de reunirme con gente que sabe hacer dinero.
Que tiene sus propias empresas.
Que sabe cómo funciona la economía.
Y eso es algo que a mí me apasiona.
Así que, cuando tengo la oportunidad de aprender de ellos, me acerco y escucho.
Bien.
Pues te cuento.
Hace no mucho fui a una reunión.
A una reunión con gente.
Gente, como te digo, con esas habilidades de las que quiero aprender.
Y, por qué no decirlo, con un poder adquisitivo importante.
Tan importante como para no estar preocupado si se te rompe algo porque puedes pagarlo o reponerlo sin que suponga un esfuerzo en tu economía.
Vale.
Pues como sabes, en mi tiempo libre, trabajo como administrador de fincas.
Y esta gente de la que te hablo que quiero aprender, son mis clientes. Propietarios.
Pues allí estábamos, haciendo una reunión.
¿Y qué?
Bueno, que las reuniones son poco productivas y esto ya se sabe.
Pero me sorprendió que, especialmente esa, iba a ser muy improductiva, porque éramos 9 personas allí.
9 personas.
¡¿9 personas?!
Lo sé, lo estoy repitiendo mucho, pero sinceramente, es que me sorprendió muchísimo.
La fórmula secreta para no avanzar en cualquier iniciativa es juntar a todas las personas que puedas en una reunión y discutir los puntos uno a uno.
Si quieres divagar y no llegar a ninguna conclusión, lo mejor que puedes hacer es esto.
¿Quieres avanzar?
Mensaje o llamada de teléfono.
NO necesitas más.
Pienso que mi tiempo es oro.
Hay pocas cosas en esta vida a las que le dé más valor.
Así que no paraba de preguntarme qué podía hacer con ese tiempo en que estábamos invirtiendo en la reunión.
“¿Y esta gente?” Me pregunté también.
Coño, si mi tiempo en términos económicos era el que parecía que menos valía de esa reunión y ya sentía que estaba tirando un Rolex por la borda…
¿Cómo deberían estar sintiéndose los demás?
Quizá algún día les pregunte.
A mí me explotó la cabeza.
¿Cuánto hubiese costado esta reunión?
Creo que hay una aplicación por ahí que es capaz de valorar el coste de las reuniones en función de lo que genera cada uno.
Una herramienta capitalista que a más de un comunista sacaría de quicio.
Pero el caso es que esta situación me volvió a concienciar sobre el peligro de las reuniones.
Soy mu selectivo con ellas e intento evitarlas a toda costa.
Pero a veces tienes que pararte a observar si es necesaria o no.
Así que, si quieres evitar perder tu tiempo y el de los demás párate y observa.
