Siempre quise todo. Ahora quiero más.
Iba yo andando por un parque muy conocido por aquí por Madrid.
Era muy temprano.
No había nadie.
Casi nadie.
Y en medio de mi camino me encuentro un contenedor con una pintada:
“Siempre quise todo, ahora quiero más.”
Coño!
Pensé que era una pena que estuviera en un contenedor porque es una frase que vale mucho.
¿No crees?
Siempre he sido bastante ambicioso.
En parte desde pequeñito.
Supongo que mis padres promovieron eso en mi.
Las ganas de crecer, de ser mejor, de poder tener más.
Pero no desde la avaricia sino desde la abundancia.
Observa.
Puedes pensar que el poder corrompe, te hace avaricioso y te convierte en una mala persona.
Puede ser.
A mucha gente le da miedo el poder.
Por eso muy pocos lo tienen.
Más bien, por eso muy pocos lo consiguen.
Y dentro de los que lo consiguen, menos lo usan correctamente.
También puedes pensar que el poder te da la capacidad de hacer algo mejor para el mundo.
De influir positivamente, de mejorar tu entorno.
Esto fue lo que me enseñaron mis padres.
Este sentimiento promovieron en mi.
Sé mejor para hacer mejor tu entorno y para ayudar a los demás.
Por eso quiero más poder.
Por eso quiero observar más.
Saber más.
Tener más.
Y conseguir más.
Para traerte lo mejor.
