Un momento de lucidez que vale más que alguna carrera

¿Te escuhcas cuando hablas?

Sí, sí.

A ti mismo.

Estoy seguro de que tienes momentos de lucidez que valen más que un año de estudios de muchas carreras.

Observa.

Es posible que esto no aplique a la mayoría.

Como he dicho muchas veces, hay mucho bobo por ahí suelto. 

Hasta Messi lo sabe.

Pero hasta los más bobos sueltan comentarios interesantes de vez en cuando.

Así que, seas o no bobo, alto, bajito, guapo o feo, hazme un favor y escúchate a ti mismo.

Cuando hablas y cuando piensas.

Es igual de importante la escucha activa que haces con los demás que la que haces contigo mismo.

Cuando escuchas a los demás aprendes.

Cuando te escuchas a ti mismo creces.

Por eso me verás insistir siempre en la importancia de pasar tiempo con uno mismo.

A solas.

Caminando, leyendo, reflexionando.

Pero voy más alla.

En conversaciones, con la gente.

No solo digas lo que tienes en la cabeza.

Escucha lo que estás diciendo y cómo lo estás diciendo.

Observa tu forma de hablar, tus gestos, tus emociones.

Peor, ¿para qué?

Lo sé.

Puede parecer un poco agobiante al principio porque no estás acostumbrado a ello.

A poner la atención sobre lo que dices.

Por aquí alguno ya pensará “yo soy yo, y no me importa lo que piensen de mi y de lo que diga y de cómo lo diga”.

¿Ves?

Este es bobo.

Porque no se trata de eso.

Se trata de mejorar lo que dices.

De entender qué te mueve.

No hace falta que examines al detalle todo lo que hablas.

Solo piensa en ello cuando ya lo has dicho.

Observa las reacciones y el cómo lo has expresado.

A veces, solo necesitas un poco de observación para aumentar la calidad significativamente.

Y eso puedes conseguirlo fácilmente.

Todos los días aquí.