Vivir en el éxito tiene que ser la hostia

A ver…

Antes de que pienses que me he fumado un canuto esta mañana.

Léelo todo, sí?

Y luego ya me dices.

Está muy manida la frase de “vive el presente”.

Lo sé.

Y a mí no me gusta escribir sobre cosas manidas.

¿Entonces por qué estas escribiendo sobre esta mierda, Raúl?

Observa.

Normalmente esta frase se emplea con un tono de despreocupación hacia lo demás.

Hacia el pasado y hacia el futuro.

Es, como dirían mis hermanas, “en plan” disfrutar del momento, olvidarte de las preocupaciones del futuro y los malos rollos del pasado.

Pero yo te lo traigo para reflexionar.

Para pensar en eso que nos agobia del futuro y en aquello que nos ata al pasado.

Vivir el presente es algo más que disfrutar del momento.

Tiene una connotación más profunda.

Y está relacionada con el fracaso y el éxito.

La mayoría de la gente vive atrapada entre estos dos mundos.

Entre el fracaso y el éxito.

Y pensarás.

“Coño, lo pintas regular cuando vivir atrapado en el éxito tiene que ser la hostia”

Pues no del todo.

Vivir atrapado en el fracaso duele, pero vivir atrapado en el éxito es también una forma de fracasar.

A veces fracasas.

Y la crítica te afecta tanto que te bloquea para avanzar.

Te condiciona pensando que el reto que tienes que afrontar es demasiado grande para ti.

Aunque el reto sea diferente.

Es decir, tienes miedo a fracasar.

Independientemente de si lo que afrontas en ese momento está relacionado o no con aquello con lo que fracasaste en su momento.

Por contra, el éxito.

También te puede paralizar.

EL resultado es similar, pero el motivo diferente.

Cuando tienes éxito en algo, pero la expectativa que se ha generado en tu cabeza sobre la calidad que has ofrecido con anterioridad te hace pensar que, cualquier cosa que ofrezcas puede no estar a la altura.

Y entras en un bucle de locura perfeccionista.

“¿Y qué hago Raúl? ¿Debo tenerle miedo al fracaso y también al éxito? ¿Mejor me quedo quieto?”

Todo lo contrario, amigo.

Todo lo contrario.

No vayas al pasado ni al futuro ni al fracaso ni al éxito.

Dedícate a hacer lo que tienes que hacer.

Sin pensar si lo que haces es mejor o peor que ayer.

Eso lo puedes dejar para un momento en el que puedas pensar.

Pero ahora te toca ejecutar.

Ejecuta y preocúpate de ejecutar

Y una vez que lleves un tiempo observa los resultados.

Observa lo que pasa.

Todos los días aquí.